Autora: La Escriba
Antonio de Mendoza y Pacheco lideró, en 1520, tanto en la batalla de Huéscar–Baza (Andalucía) como en el perdón de Volteruela (actualmente la Puebla de Don Fabrique, Andalucía) y en el bando realista un ejército de 4.000 moriscos, que vestían a su usanza, enfrentándose a cristianos viejos, entre los que se encontraban religiosos, cuyos cabecillas ordenó castigar con dureza.
Esta forma de actuar se repetiría en otro escenario años más tarde, en 1541, en la Guerra del Miztón o Mixtón, en la que varias tribus indígenas chichimecas asentadas en la audiencia de Nueva Galicia, en el poniente de la Nueva España, se sublevaron contra la corona castellana y el Virrey Antonio de Mendoza, debido a la inoperancia de las tropas castellanas, de la inminente extensión de la insurrección hacia Michoacán y la capital de la Nueva España y tras la desesperada petición de ayuda por parte del cabildo de la ciudad de México, se puso personalmente al frente de una expedición compuesta de tropas aliadas de los tlaxcaltecas, huejotzincas, cuauhquechultecas, mexicas, xilotepecas, y acolhuas, a las que unieron, en Michoacán, los purépechas. Para dirigirse, tras recibir noticias del rompimiento del sitio de Guadalajara, al peñón de Coyna, donde las crónicas narran que un total de cincuenta mil hombres al mando de Antonio de Mendoza hicieron frente a los sublevados. Después, habiéndose negado a capitular los alzados de Nochistlán, tlaxcaltecas, huejotzincas, cuauhquechultecas, mexicas, xilotepecas, y aculhuas atacaron por un flanco y por el otro los chalcas junto con los de Michoacán y Mextitlán, hasta rodear y vencer en cuatro días a los nochistecos. El siguiente enfrentamiento se produjo en Xuchipila, donde los chichimecas fueron igualmente vencidos. Finalmente en la batalla de Mixtón, resultaría igualmente vencedor el ejército aliado liderado por Antonio de Mendoza.
Fue en Granada donde Antonio de Mendoza y Pacheco aprendió el oficio de Virrey que desempeñaría en América, cuando sustituye a su padre, ejerce como Regidor del Cabildo granadino y como Tesorero de la Casa de la Moneda. A esto se sumaría, entre otras experiencias, su actuación en misiones diplomáticas en Flandes, Inglaterra, Hungría, Italia y Alemania. En Italia, concretamente en Bolonia, estuvo presente en la Coronación Imperial de Carlos V.
Como primer virrey de Nueva España, gobernó de 1535 hasta 1549, promoviendo la educación, la minería, la agricultura y la ganadería, a él se debe la realización del primer censo, la creación de una administración eficiente con la primera Casa de Moneda, la primera imprenta y la primera fundición. Así como la fundación de la Universidad de México.
Algunas de sus primeras misiones fueron la de asegurar el poder del Rey en el Virreynato, recortando los de Hernán Cortés (con quien tendría algunos conflictos de competencias, especialmente en lo referido al cumplimiento de las llamadas Leyes Nuevas, hasta que este abandonó definitivamente la Nueva España sin haber conseguido desacreditar a Antonio de Mendoza) y Pedro de Alvarado. Así como enmendar los desmanes con los indios del despótico Nuño Beltrán de Guzmán.
Ya en 1536 fundó el Colegio de Tlatelolco, la primera institución de educación superior de América, preparatoria para la universidad, destinada a los indígenas, un establecimiento científico en el cual se cultivó preferentemente la medicina nahoa y, al mismo tiempo, fue la escuela de ciencias políticas en que se preparaba a los hijos de los caciques para el gobierno de los pueblos de indios. En 1546, el colegio de Tlatelolco dejó de estar a cargo de los franciscanos y pasó a mano de los indígenas, siendo los ex-alumnos graduados con excelencia académica los que ocuparon los cargos administrativos. Éstos llegaron a ser celadores, profesores, miembros del Consejo e, inclusive, rectores. El 25 de noviembre de 1550, cuando Antonio de Mendoza abandonó el cargo de Virrey de la Nueva España, para trasladarse a Lima como Virrey de Perú, antes de partir, él y su hijo Francisco le traspasaron al colegio dos ranchos y más de 2.000 ovejas, 1.000 vacas y 100 yeguas. La Real Audiencia autorizó la venta de estos bienes en 1565 para que lo recaudado se diera al colegio en forma de renta anual. Antonio de Mendoza, igualmente escribió a su sucesor como Virrey de Nueva España, Luis de Velasco, un aviso en el que expresó su sentir positivo hacia la educación superior de los indios, pidiéndole que los siga favoreciendo como hasta ese momento él mismo lo había hecho.
Al año siguiente, en 1537, fundó el colegio de San Juan de Letrán.
En 1541 fundó Valladolid (hoy Morelia) y La Barca (Jalisco) y ordenó organizar la expedición que descubrió las Islas Filipinas. La expedición, al mando de López de Villalobos, partió del Puerto de Navidad en 1542 a bordo de cuatro carabelas, para tocar la costa sur de la isla Luzón (Filipinas), en 1543, explorando la costa y haciendo contacto con los indígenas del archipiélago. De allí partirían más al oriente hasta alcanzar la isla de Leyte que nombraron islas Filipinas en honor al rey Felipe II. Pero a consecuencia de un accidente de navegación que destruyó una de las carabelas y del hambre que padecieron, la expedición tuvo que buscar refugio en las Molucas, de dominio portugués, donde después de algunas escaramuzas fueron apresados. Villalobos murió preso en 1544 en la isla de Amboina y el resto de la tripulación, tras conseguir escapar, regresó a Nueva España. A partir de entonces se consideró a la Capitanía General de las Filipinas como parte de la Nueva España. Apoyó a Hernán Cortés en los viajes que dieron por resultado el descubrimiento de la península de Baja California. A Fray Marcos de Niza en 1539 en la empresa exploratoria en la búsqueda de las míticas ciudades de Cíbola y Quivira, así como a Francisco Vázquez de Coronado en 1540, en cuya expedición se exploraron los territorios que constituyen actualmente el suroeste de Estados Unidos y noroeste de México. E igualmente el viaje por mar hacia el Pacífico norte del navegante y explorador Juan Rodríguez Cabrillo que en 1542 reconoció lo que sería Baja California Sur, Baja California y California (EE.UU.), quien nombró un cabo en California con el nombre de Cabo Mendocino en honor del Virrey Antonio de Mendoza y Pacheco.
Designado Virrey del Perú en 1551, a petición de Pedro de La Gasca (pacificador de Perú tras las Guerras Civiles), con la misión de organizar el virreinato destruido por las guerras entre los conquistadores, sólo pudo desempeñar el cargo durante diez meses, ya que falleció en Lima en julio de 1552, donde fue enterrado en la Catedral. Su hermano Luis, Presidente del Consejo de Indias, le había escrito que, a pesar de su escasa salud, si "el no pudiese ir, sus huesos fueran" al Perú "por su honor". Para entonces Antonio de Mendoza había sufrido un ataque de hemiplejía en Oaxaca, a pesar de lo cual emprendió viaje hacia Lima para llegar allí en septiembre de 1551.
Los trazados tanto de Ciudad de México, como de Lima responden a que Antonio de Mendoza estudió las doctrinas urbanísticas renacentistas del italiano León Battista Alberti aplicándolas tanto en una ciudad como en otra.
Bartolomé de las Casas, el que ha pasado a la historia como gran defensor de los indios, tuvo en alta estima a Antonio de Mendoza y Pacheco ya que supo suavizar la situación de los indios manteniendo al mismo tiempo la autoridad real. Madariaga dice de él que era "tranquilo, moderado, prudente y astuto" y Bernal Díaz del Castillo que "era buen caballero y digno de loable memoria". Y realmente gozaba prestigio en la Nueva España por su rectitud, ecuanimidad y buen gobierno.
Antonio de Mendoza y Pacheco escribió un memorial con una relación de cuanto había visto viajando por el Perú, en el año 1551, que envió —según Rafael Diego Fernández— con su hijo Francisco de Mendoza para ser entregado al Emperador Carlos V, y que según algunos autores podría ser considerada la primera declaración de independencia de América. En este memorial el Virrey escribe "no oso decirle más porque me va mal de ello", “Mira, mira, Rey español, que no seas cruel a tus vasallos, ni ingrato, pues estando tu padre y tú en los reinos de Castilla, sin ninguna zozobra, te han dado tus vasallos, a costa de su sangre y hacienda, tantos reinos y señoríos como en estas partes tienes. Y mira, Rey y señor, que no puedes llevar con título de Rey justo ningún interés destas partes donde no aventuraste nada, sin que primero los que en ello han trabajado sean gratificados” , “Hablando con el acatamiento que debo, Vuestra Majestad sabe que estos repartimientos el Virrey acostumbra a darlos a personas de menos calidad que la mía y con menos trabajos y servicios que los de mi Padre míos", “S.M. aprieta mucho las cosas de esta tierra y muy de golpe, que le suplico mande mirarlo bien, y que esto es lo que siento, y no oso decirle más porque me va mal de ello, más que tengo gran lástima de ver que S.M. y los consejos y los frailes se han juntado a destruir estos pobres indios”, “Provee S.M. a mí y a otros como yo por virreyes y gobernadores, siendo nuevos en los cargos y no teniendo experiencia; envía oidores que allá no se proveerán por alcaldes mayores, y fíales un mundo nuevo sin ninguna orden ni razón ni cosa que parezca a lo de allá; ¿Qué espera S.M. que ha de suceder a dos mil leguas de donde está sino dar con todo en el suelo y que se acabe haciendo experiencias antes de que lo entienda(n)".
Fuente: http://lahistoriaquenuncanoscontaron.blogspot.com/2010/11/antonio-de-mendoza-y-pacheco-el-morisco_10.html
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