Autora: La Escriba
Antonio de Mendoza y Pacheco nació alrededor del año 1492. Tradicionalmente se ha considerado Granada (Andalucía, España) como su lugar de nacimiento, donde su padre, Iñigo López de Mendoza y Quiñones, detentaba el cargo de primer Capitán General con funciones de Virrey, nombrado por los Reyes Católicos, tras el fin del último Reino Nazarí de Granada. No obstante, otra tesis defiende su nacimiento en Mondéjar (Guadalajara, Valladolid, España) y por fin la más verosímil es la defendida por Arthur Scott Aiton que sitúa su nacimiento, a finales de 1491, en Alcalá la Real (Jaén, Andalucía, España), fecha en la que su padre era allí alcaide, para cuya data considera que nació después que su hermano Luis y antes que su hermana María quien ya nació en La Alhambra granadina.
Andando los años Antonio de Mendoza y Pacheco sería el primer hombre en recibir el cargo de Virrey en un territorio americano, obteniendo el nombramiento de Virrey, gobernador, capitán general de la Nueva España y Presidente de la Real Audiencia de México, el 17 de abril de 1535. Además de primer Virrey de la Nueva España, fue el segundo Virrey del Perú, donde fallecería en Lima en el año 1552.
La figura de Antonio de Mendoza y Pacheco resulta sumamente interesante para determinar el paralelismo existente entre aquellos a los que se encargó el mando del Reino de Granada, conquistado por Castilla en 1492, y aquellos a quienes se encomendó el virreinato de Nueva España, tras esa misma conquista castellana al otro lado del Océano. Hasta el punto de que en este caso concreto fueron padre e hijo los primeros gobernantes de uno y otro territorio. Nada extraño por otra parte si tenemos en cuenta que para la Corte castellana del momento, la Capitanía General de Granada con una población recién conquistada, convertida a una nueva religión impuesta por los castellanos, con una cultura y una religión diferente a la castellana, era un teatro de operaciones con muchas similitudes al “Nuevo Mundo”. La experiencia granadina supuso un referente para las actuaciones que se llevarían a cabo en América. Tanto los métodos de evangelización, como de asimilación de las sociedades vencidas utilizados en el último Reino Nazarí de Granada fueron exportados a América. Así los métodos empleados con el morisco serían igualmente empleados con el indio, aunque bien es cierto que los primeros no contaron con la ingente legislación proteccionista con la que sí contaron los indígenas americanos, materializada en las Leyes de Indias.
En la Alhambra nazarí Antonio de Mendoza y Pacheco forjó un carácter tolerante, culto y dialogante, gracias a un entorno en el que convivía con los moriscos granadinos y a ese mismo talante paterno. La familia Mendoza se identificó con el ambiente que les rodeaba, es conocida la anécdota que nos recuerdan Peggy K. Lyss y Emilio Meneses, según la cual en 1509 su padre tuvo que recordarle a Antonio de Mendoza que cuando saliera de viaje vistiera a la castellana, lo que nos indica claramente que lo habitual en él era vestir a la usanza morisca:
“Da Priesa en que se venga luego tu hermano don Antonio, que me escrivió el marqués de Denia que lo enbiase, y di a Lázaro de Peralta lo que le haga de vestir y sea a la castellana, y véngase luego él y los Añascos con él. De paramentos para su cama no curas que acá se avrán”
Estos antecedentes fueron, sin lugar a dudas, un hecho determinante para el nombramiento de Antonio de Mendoza y Pacheco, como primer Virrey de Nueva España, donde aplicó lo aprendido en Granada, siendo su experiencia granadina un ejemplo a la hora de afrontar el gobierno de la Nueva España en cuanto a ordenanzas, urbanismo, política económica, relaciones con pueblos de cultura y religiones diferentes, relaciones con la iglesia, etc.
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