Míkel de Epalza (1938-2008)
Catedrático de Estudios Árabes e Islámicos
Universidad de Alicante
Fragmento de su magnífica obra Los moriscos antes y después de la expulsión. Madrid, Editorial MAPFRE, 1994.
1. Situación estratégica islámica de Argelia
Nunca como en los siglos XVI-XVII el Mediterráneo fue una verdadera frontera cerrada entre dos «bloques», el Islam y el Cristianismo, sin por ello excluir muchos puntos de contacto y puentes de encuentro. Esta «frontera» ha sido muy bien estudiada recientemente, en todos sus aspectos, especialmente los ideológicos y militares. Los moriscos, víctimas de la intolerancia ideológica cristiana y de su adhesión solidaria con los musulmanes otomanos, se vieron arrojados al otro lado de la «frontera». Se integraron en su nueva patria, con la que sentían muchísimas afinidades ideológicas, en sus estructuras militares de toda clase.
Argelia nació como nación moderna precisamente de las necesidades militares y defensivas de la costa magrebí, a principios del siglo XVI, y fue dirigida con este objetivo prioritario por los hermanos Barbarroja y los turcos otomanos. En el firmán o decreto oficial que el califa otomano envió a los musulmanes de Al-Andalus, el 16 de abril de 1570, queda muy claro el papel de Argel en la defensa militar del Islam. He aquí el párrafo fundamental del texto, editado y traducido por Temimi:
| …Con la voluntad de Dios, proyectamos el envío de mi gloriosa flota hacia vuestra costa, lo cual es de una importancia fundamental, y desde ahora lo vamos preparando. También hemos dirigido una orden imperial firme al Beylerbey de Argel para que os procure toda la ayuda posible, ya que habéis dado prueba de celo y de cuidado constante en defender el Islam y no habéis abandonado vuestra religión, a pesar de los combates contra los infieles —¡que Dios los maldiga! — Habéis dado prueba de toda vuestra perseverancia y vuestra valentía. | |
Esta función de defensa del Islam contra posibles ataques religiosos no era mera retórica político-religiosa.
Precisamente unos pocos años antes de la gran expulsión de los moriscos españoles, en 1601, cundió la alarma en todo el Mediterráneo y especialmente en Argel, por los preparativos de una imponente armada española, que partió de las Baleares al mando de Andrea Doria, llegó a las costas argelinas y estuvo a punto de desembarcar para atacar a la ciudad. Cierta lentitud en la llegada de pertrechos y una fuerte borrasca aconsejaron a los españoles el no desembarcar y el retornar a sus bases. Las autoridades argelinas tomaron toda clase de medidas —que afectarían seguramente a la población andalusí de la ciudad y de sus alrededores— para hacer frente a una muy seria amenaza, de la que no es fácil decir quién hubiera salido vencedor. Ya se ha visto cómo, al retirarse, fueron atacados por andalusíes de Cherchel, de madrugada, con presa de soldados españoles.
Dos años después, en 1603, los españoles intentan otro desembarco en las costas de la Gran Kabilia, al este de Argel, en connivencia con el jefe cabileño local denominado «rey de Kuko»: los 80 invasores fueron capturados, enviados a Argel y ejecutados. Los musulmanes de la costa magrebí estaban realmente enfrentados a la defensa del Islam contra los ataques continuos de los cristianos.
El papel ideológico y militar de Argel en defensa del Islam queda patente. No queda disminuido sino reforzado por la complejidad de las actividades político-comerciales anexas, insertas en la tradicional función depredadora de la marina mediterránea. La «piratería» (actividad depredadora privada) queda sublimada con los ideales y la organización estatal del «corso» oficial de las ciudades marineras musulmanas del Magreb y de otros países del Mediterráneo, especialmente de los territorios dependientes de la Corona española, en las penínsulas e islas ibéricas e italianas, como puede verse en un estudio monográfico consagrado a Mallorca por López Nadal.
2. Corso e ideales patrióticos argelinos
La distinción entre «piratería» y «corso» es fundamental para comprender el alcance de la actividad marinera de Argel y es reivindicada por todos los historiadores musulmanes modernos.
El «corso» es una actividad oficial, en defensa de la patria y la religión, perfectamente integrada en la actividad y en la legislación del Estado argelino. Más aún, viene a ser el eje de sus ideales colectivos, como lo expresa muy bien el político y escritor moderno argelino, de origen tunecino, Ahmad Taoufic Al-Mádani en el título de su libro en el que resume la historia de los tres primeros siglos de la Argelia moderna, en relación con España y los cristianos: Guerra de trescientos años entre Argelia y España (1492-1792).
Esta guerra defensiva, precedente directo —según el autor— de la lucha por la independencia nacional argelina contra la ocupación francesa, abarca desde la toma de Granada (1492) hasta la entrega de Orán por España (1792). Por tanto, este espíritu nacional de guerra defensiva o patriótica del colectivo argelino tiene una relación directa con España y con la expulsión de sus musulmanes.
3. Moriscos en actividades militares y comercio del corso
En ese esfuerzo militar argelino se integraron muy directamente los moriscos expulsos y sus descendientes, o al menos un gran número de ellos.
La documentación disponible —muy escasa, por ahora— menciona la formación de cuerpos de ejército andalusíes en campañas terrestres argelinas. Algunos hechos concretos permiten comprender la importancia de esos cuerpos de ejército.
Los andalusíes aparecen frecuentemente en las menciones de expediciones contra Tenes y Medea, en el siglo XVI, para asentar firmemente la autoridad de los turcos de Argel en esos dos puntos estratégicos para su control del este argelino, contra Orán ocupada por españoles y contra sus ataques contra las ciudades de Mostaganem, Mascara y Tremecén.
También se atribuye a andalusíes la construcción de fortalezas y del faro del puerto de Argel, ya en el siglo XV.
Los primeros arcabuceros argelinos habrían sido los del reino de Tremecén, formados y adiestrados por emigrantes de Al-Andalus.
Haedo menciona a «andaluces o moriscos» como «genízaros» (con «turcos» y «renegados») arcabuceros y «espays a caballo», en 1563, y como «escopeteros» en 1576.
Cuando la expedición de Carlos V contra Argel, en 1541, Hasan Agá sólo contaba «con poco más de tres mil turcos (aunque tenía muchos andaluces y moros)» (Haedo).
La proporción de andalusíes en las fuerzas móviles del gobierno argelino puede juzgarse por las cifras que se dan en la expedición de Argel contra la rebelión de Miliana, en 1544: 4.000 tiradores todos moros y «renegados», 500 «andaluces o moros de España también tiradores y 600 espays a caballo todos gente de Argel» (Haedo). Es evidente que las autoridades militares de Argel pudieron siempre contar con todos los contingentes posibles de andalusíes, tanto para sus expediciones guerreras, como sobre todo para la defensa de Argelia contra los cristianos.
Con la gran expulsión de 1609-1614, muchos moriscos entraron a formar parte de los ejércitos islámicos, como era creencia general en España, reflejada en el título mismo de un folleto, editado en Sevilla en 1618:
| ... Y ansí mismo da cuenta del batallón que el Gran Turco ha hecho de todos los moriscos de España, para que corran la costa de ella. | |
Los técnicos militares andalusíes de Argel tuvieron influencia aun fuera de las fronteras de la regencia: a mediados del XVII, el Dey de Túnez hace venir al andalusí Jamiro Al-Andálusi Al-Garnati («El Granadino»), que había trabajado en las refecciones del puerto de Argel, para construir el puerto militar de Porto Farina (ahora Ghar-El-Melh), en la bahía de Túnez.
Pero es en la compleja y muy importante actividad militar del corso marítimo donde mejor se integraron los moriscos expulsados y sus descendientes. Su aportación fortaleció el corso musulmán, como habían previsto ya las autoridades hispánicas cuando barajaban los pros y los contras de la expulsión. En el corso pudieron integrarse muchos andalusíes, mejorando sus técnicas y asociándose sensatamente con extranjeros y con poderes locales, aun en el caso de la «república andalusí» de Salé en Marruecos.
En el Magreb Medio, es decir, en la Argelia actual, la lucha militar de los andalusíes en el corso marítimo toma también la forma de una organización muy compleja. Los andalusíes son marinos, pero también comerciantes. Ricos andalusíes se encargan de financiar las expediciones marítimas contra los cristianos y de vender los productos de estos ataques: esclavos, mercancías, navíos, etc. Los historiadores europeos insisten muchas veces en esta organización tan eficaz de los andalusíes en el Magreb y la atribuyen a su odio por causa de la expulsión: hay que ver más bien en ello un conocimiento más directo de la situación geográfica y militar de España y el deseo de debilitar al enemigo de la fe islámica, de forma eficaz.
Por eso no es de extrañar que en los barcos argelinos hubiera muchos andalusíes. Un corsario francés, Beaulieu-Persac, se apodera de tres naves de Argel, los días 11 y 25 de febrero y 18 de marzo de 1621.
| Son hechos cautivos ochenta «turcos» de los que muchos eran andalusíes, y catorce renegados, entre los que se encuentran siete de origen francés. | |
Pero no parece que hubiera muchos moriscos entre los arráeces o capitanes argelinos, a no ser que se interprete la denominación de «renegado español» como incluyendo a los moriscos, según las categorías teológicas de Haedo: los arráeces de naves son «turcos, moros y renegados», según Haedo. ¿En qué categoría incluiría eventualmente a un raís morisco? De su lista de 35 arráeces, hay dos españoles, Morat Raís «Maltrapillo» y Yúsuf Raís, lo que es una proporción importante, para la época que precedió inmediatamente a la gran inmigración de 1609.
No sólo la ciudad de Argel constituye la base de la actividad corsaria. El puerto de Cherchel y sus andalusíes, con sus vecinas montañas con excelente madera y hierro, es un centro de construcción de naves.
Diego de Haedo, que escribió sobre Argel a fines del XVI, advierte cómo en Cherchel se construían los famosos bergantines utilizados por el corso argelino: en ese puerto
| …los más dellos son todos moriscos de Granada, Valencia y Aragón, de los cuales está todo aquel lugar lleno y poblado. | |
La mayor parte de estos hombres son al mismo tiempo patronos y capitanes de sus naves, ya que, habiendo nacido en España, son muy prácticos en puertos y costas de ese país y causan grandes daños, porque tienen allí parientes y amigos.
A principios del siglo XVI se podían calcular unos 20 ó 25 bergantines o fragatas, entre Argel y Cherchel, según Saadaoui.
Es conocido el temor y el odio que sentían los españoles hacia los corsarios argelinos. Estos sentimientos colectivos se expresan bien en el largo título de un folleto impreso en Málaga en 1623 contra un corsario morisco:
Verdadera Relación en la qual se da cuenta de las trazas y arbitrios que tuvo el Corsario Blanquillo, Morisco renegado, natural de la ciudad de Arcos, en el discurso del tiempo que fue corsario en las costas de España, lleuando della muchos cautivos, dase Cuenta de las desgracias, y enemigos que tuuo con desseo de avuerle a las manos, y como al fin vino a poder de Ioan Mellado, Patrón del Began de Miella, y la victoria que tuuo, juntamenta con la justicia que se hixo dél, y de sus compañeros.
Brahimi ha demostrado que el ensañamiento y afán de lucro de los ricos «burgueses» andalusíes de Argel no se debía tanto a odio hacia los cristianos como a codicia de dinero, por el mucho provecho que sacaban del corso y del rescate de los esclavos. En realidad, el corso era sobre todo una muy lucrativa actividad de frontera marítima, a lo largo de todo el Mediterráneo, donde europeos y magrebíes muchas veces buscaban su provecho, por encima de cualquier definición ideológica, pero sí teniéndolas en cuenta.
Andalusíes venidos de Argel se ven en actividades corsarias tanto en Salé, en la costa atlántica, como en Túnez: Mamet Granadino, Mamet Topal, Sidi Alí Moreno, Osta Alí Capitán, etc.
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