400 años de genoveses valencianos


Tras la expulsión de los moriscos en 1609, el Ducado de los Borja y otros pueblos de la comarca de la Safor recibieron algunos repobladores mallorquines, pero también otros de origen genovés. 
Todos ellos se sumaron a los 'cristianos viejos' para poner en valor unas tierras que quedaron sin mano de obra para cultivar la huerta y la caña de azúcar. Los genoveses, de los que hoy quedan sus linajes, no tuvieron problemas para entender el valenciano, un hecho que vendría a demostrar la influencia de la Llengua d'Oc en la Liguria italiana. 



JOSEP CAMACHO, GANDÍA | Casi todos los actuales vecinos de Beniopa, que fue municipio independiente antes de anexionarse a Gandia en 1965, pueden presumir de tener antepasados genoveses desde hace más de 400 años. En la mayoría sólo hay que rebuscar una o dos generaciones para confirmar la ascendencia italiana, pero en otros casos han perdurado los mismos apellidos, o con algunas alteraciones por sus adaptaciones lingüísticas. 

La razón, como sucedió en la Marina con los mallorquines, hay que buscarla en la expulsión de los moriscos, decretada por Felipe III en 1609, que dejó despoblada Beniopa y otros núcleos rurales, no sólo de la Safor, sino de todo el Reino de Valencia. 

En tierras saforenses, los moriscos eran una mano de obra fundamental para la huerta y el cultivo de la caña de azúcar, que predominaba en el Ducado de los Borja. De la noche al día, los musulmanes que habían sido convertidos al cristianismo por la pragmática real cien años antes, fueron obligados a abandonar las tierras y embarcar hacia el norte de África, la mayoría desde Dénia. 

Y para reemplazarlos llegó un grupo de gente de la Liguria y el Piamonte italiano, entre otros. 

Así lo destaca Emili Selfa, profesor del IES Tirant lo Blanc, que acaba de publicar un estudio sobre la repoblación genovesa en el libro de fiestas de Beniopa. En éste, Selfa revela el contenido de la primera Carta Pobla de esta localidad, que es de 1611. El año que viene se cumplirá el 400 aniversario de su publicación. 

Selfa se ha basado en los censos y cartas de población, ya que la quema de los archivos parroquiales de Beniopa, en 1936 ha dificultado la investigación, al no disponer de todos los libros sacramentales o Quinqui Libri.

Tras el vacío demográfico que dejaron los moriscos, los señores feudales -en Gandia el VII duque Carles Francesc de Borja- necesitaban con urgencia familias que ocuparan casas y trabajaran las tierras abandonadas.

Un cuarto de los repobladores genoveses se concentraron en Beniopa, aunque también se expandieron más por Miramar, Benipeixcar, y Benirredrà, donde tuvieron conexiones familiares. 

También llegaron a Guardamar de la Safor, como pone de manifiesto Frederic Barber en un estudio sobre la historia de esta localidad, también conocida como Alquerieta dels Tamarit. 

Pero, ¿por qué aquellos genoveses y mallorquines abandonaron sus tierras para buscarse un futuro mejor en el antiguo Reino de Valencia? En la decisión tuvo que ver la gran influencia que todavía ejercía en los Estados italianos la saga valenciana de los Borja, que había dado al Vaticano dos papas y numerosos cardenales. 

"La disputa del marquesado de Finale entre las monarquías francesa y la hispánica -explica Emili Selfa- había llevado a sus habitantes a una situación insostenible, y estaban abocados a la emigración. Un valenciano, Joan Vives de Canyamàs, era embajador del emperador en la República de Génova, y fue él quien promovió la llegada de los genoveses".

Al mismo tiempo, el hermano del duque de Gandia, Baltasar Borja, obispo y virrey de Mallorca, facilitó la llegada de mallorquines a la Marina y la Safor, y de ésos antepasados han quedado hoy apellidos como Capó. 

Una vez en la Safor, pronto descubrieron la dura realidad del emigrante, a pesar de su condición de cristianos. "Desengañados por las promesas de reparto incumplidas por el señor, tanto en tierras como en casas, y ahogados por la presión fiscal de una hacienda en quiebra, pronto presentaron quejas", explica Selfa. 

"Tabernarios y bebedores"
Además, los genoveses no se llevaban bien con los mallorquines, y en Miramar los acusaron de "tabernarios y bebedores", como detalla el historiador Santiago la Parra en Los Borja y los moriscos.

Durante 200 años, los genoveses mantuvieron una actitud endogámica, que incluso les llevó a casarse sólo entre ellos en poblaciones próximas, cosa que también ha favorecido la pervivencia de los linajes. 

Por otra parte, los recién llegados genoveses no tuvieron problemas en entender la lengua autóctona y esto explicaría la expansión del occitano o llemosí por tierras de la Liguria italiana. 

El valenciano Joan Carles Martinis ha investigado esta conexión con los italianos emigrantes del siglo XVII, y mantiene una página en internet, como él explica, "al servicio del estudio genealógico de mis ocho apellidos: Martinis, Mafé, Navarro, Lliso, Martínez, Aura, Albalate y Mor".

En la Safor la huella genovesa fue tal que dos duquesas de Gandia pertenecían a la familia genovesa Doria.



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