por GERARDO MUÑOZ LORENTE LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS EN LA PROVINCIA DE ALICANTE (XXIX)
Tras la rebelión, la mayoría de los niños moriscos no fueron expulsados con sus padres, sino que fueron obligados a quedarse para servir, en la práctica y pese a la prohibición, como esclavos.
El decreto de expulsión del 22 de septiembre de 1609, en lo referente a los niños moriscos, establecía que podían quedarse todos aquellos menores de cuatro años que contasen con permiso paterno y todos los que fueran hijos de matrimonios mixtos menores de seis años, así como los que pertenecieran al 6% de las familias que permanecieron para seguir cultivando y cuidando de los señoríos. Sin embargo, en la práctica, la inmensa mayoría de los morisquillos menores de cuatro años embarcaron con sus padres (tal como comprobó Lapeyre analizando los informes de embarcos), pues fueron muy pocos los que se acogieron a las excepciones.
Así ocurrió hasta que finalizaron las rebeliones en el Valle de Laguar y en la Muela de Cortes, ya que, a partir de entonces, el número de morisquillos que se quedaron se elevó considerablemente y, aunque algunos de ellos fueron cedidos o vendidos por sus propios padres, otros simplemente fueron retenidos a la fuerza.
Cuando la decisión de dejarlos dependía de la voluntad de los padres, solían éstos dejarlos a cargo de cristianos viejos que les merecían un mínimo de confianza. Aun así, dice una leyenda que les hacían señales en la piel, pequeñas cicatrices en lugares poco visibles (plantas de los pies, detrás de las orejas, axilas), con la esperanza de reconocerlos en el caso de que, con el tiempo, pudieran recuperarlos.
Pero, como decíamos, muchos de aquellos niños no se quedaron por la voluntad paterna, sino que fueron secuestrados.
Ya hemos visto antes cómo Cristóbal Sedeño, gobernador de Denia, haciendo el recuento de los rebeldes que bajaron vencidos del Valle de Laguar, apuntaba los "mil muchachos y muchachas que les devieron hurtar quando baxavan"; niños que fueron luego vendidos "en el Reyno y fuera del a 8, 10 y 15 ducados", según Fonseca. Y los que no se vendían eran llevados por sus raptores a sus lugares de origen para tenerlos a su servicio. Hasta 195 morisquillos (morets eran llamados en valenciano) fueron llevados a la ciudad de Alicante, 28 a Cocentaina, 34 a Onteniente, 71 a Pego, 200 a Denia..., muchos de ellos procedentes del Valle de Laguar. La virreina inclusive hizo secuestrar a algunas niñas moriscas para tenerlas en su palacio, "dichosa de aver quitado a Satanás de las uñas esta presa", dice Fonseca. Y el duque de Osuna, en carta dirigida a Felipe III el 25 de agosto de 1611, le informaba de que había ordenado fueran presentados a la autoridad los muchachos moriscos que habían sido llevados a Palermo por los soldados del Tercio de Sicilia. Pocas semanas después, durante los días 10, 11 y 12 de octubre, fueron presentados 34 niños y niñas residentes ya en la capital siciliana, provenientes casi todos del Valle de Laguar. Y como el Tercio de Nápoles también participó en el aplastamiento de la insurrección de dicho valle alicantino, igualmente fueron llevados morisquillos a esta ciudad italiana.
Esclavos
Estos niños abandonados, vendidos o apresados fueron destinados al servicio doméstico de quienes los habían capturado o comprado, siendo éstos los responsables de su integración en la sociedad cristiana, o como diría Viravens: "quienes respondiendo de ellos a la Autoridad, se encargaron de su educacion civil y de instruirlos en la Doctrina Cristiana". No es de extrañar por tanto que los niños adoptaran los apellidos de sus amos, aunque hubo excepciones, tal como veremos más adelante.
No obstante, pese a ser censados como criados, estos niños, utilizados como bien económico, fueron tratados como esclavos. El virrey, marqués de Caracena, prohibió la esclavitud de los morisquillos, pero el 3 de diciembre de 1609 Baltasar Mercader le enviaba una carta desde Alicante en la que le informaba de que todo seguía igual, a pesar de la prohibición: "la gente (É) tiene un sinfin de ninyos y ninyas de a dos y tres anyos y de aqui arriba y los tienen por esclavos y ay ombre que los tiene por grangeria tanto que ay muchos pobres que tienen a tres y quatro ninyos y tratan de herrarles y embiarles a Castilla"; es decir, marcarles con hierro candente y llevarlos luego a Castilla para venderlos.
Indecisiones
A pesar de lo establecido en el decreto de expulsión, el Tribunal del Santo Oficio siguió debatiendo el 10 de octubre de 1609 acerca de la edad mínima que debían tener los niños moriscos para quedarse.
El 9 de enero de 1610, el virrey firmaba un decreto mediante el cual se revocaba la excepción del 6% de familias moriscas que se libraban de la expulsión y se ampliaba la edad de los niños que podían quedarse o ser retenidos hasta los doce años. Además, se anunciaba el permiso real para que los moriscos remisos al embarque, si pasados tres días de la publicación del decreto no se habían presentado a los comisarios, se autorizaba a los soldados y a cualquier cristiano viejo para que los capturasen "y servirse de aquells com a esclaus legitimament presos en bona guerra". El propio rey y el Real Fisco se reservaban incluso el tomar para su servicio a moriscos (excepto niños y mujeres), previo pago de veinte ducados a sus capturadores. Todo ello parecía contradecir la prohibición de esclavizar a los moriscos, ya fueran adultos o niños.
La prohibición de esclavizar a las mujeres y niños moriscos quedó definitivamente ratificada el 10 de febrero de 1610 con la publicación de un edicto del virrey. Sin embargo, el problema no quedó resuelto realmente. Apenas mes y medio después, el 24 de marzo, el Patriarca Ribera se manifestaba a favor de que los morisquillos menores de 12 años fuesen retenidos como esclavos en una reunión del Consejo de Estado, argumentando que era por su propio bien, pues quedarían al cuidado de cristianos viejos pudientes. Asimismo se mostró partidario de que se quedaran las mujeres moriscas que no tuvieran maridos ni hijos, ya que "los cavalleros y ciudadanos tenian por mucha comodidad poderse servir dellas porque no hallan servicio".
Justo dos meses más tarde, el 10 de abril, el virrey publicó otro bando en el que daba a conocer una nueva y polémica decisión real: todos los niños moriscos menores de 7 años que había en el reino de Valencia serían trasladados a Castilla, donde se entregarían a cristianos viejos para su cuidado; y todos los mayores de esa edad serían expulsados. No obstante, ninguna de estas medidas se llevó a cabo. No se volvió a hablar del traslado de los morisquillos menores de 7 años a Castilla, mientras que la expulsión de los mayores fue cambiada por su alejamiento del litoral, con la idea de erradicar toda presencia morisca de la costa. Así lo determinaba otro bando del marqués de Caracena de fecha 22 de mayo: "(É) los muchachos moriscos de siete años arriba no pueden estar ni vivir en ningun lugar maritimo de este Reyno, sino tres leguas la tierra adentro". Tampoco esta disposición fue bien recibida por los concejos locales, tal como indica Viravens en el caso de Alicante, donde fue promulgada el 17 de julio, "después de repetidas excitaciones que el Marqués de Caracena dirigió al Justicia y Jurados de esta Ciudad". Los tutores no se desprendieron de los moriscos mayores de 7 años que tenían a su cargo y el internamiento de éstos tampoco se llevó a efecto en la práctica.
Un año después, el 29 de agosto de 1611, un nuevo decreto de Luis Carrillo de Toledo, marqués de Caracena y virrey del reino de Valencia (citando una carta de Felipe III del 20 de febrero anterior) daba por zanjada la cuestión de la edad mínima de los moriscos para quedarse: 14 años; dando así por buenos los hechos consumados desde el inicio de la expulsión, dos años antes: "pueden quedarse las dichas personas con los dichos muchachos y muchachas, para servirse buenamente dellos, y para enseñarlos sobre todo nuestra Fe Catholica, catechizandoles en ella, y teniendo con su criança, buena doctrina y disciplina, el cuydado que es menester para q. olviden su nacimiento, y sean perfetos y Catholicos Christianos".Al mismo tiempo, este decreto serviría para realizar un nuevo censo de moriscos en el reino de Valencia: "ordenamos y mandamos a todas y qualquier personas (É) en cuyo poder estuveren y se hallaren qualquier muchachos y muchachas hijos de Moriscos, de qualquier edad q. sean, los presenten, manifiesten y registren: dentro de seys dias precissos despues de la publicacion que se hiziere deste Vando".
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