El morisco Cide Hamete Bejarano, ¿autor del Quijote?



Dr Ismail El-Outmani
Université Mohamed V, Rabat, Maroc

« J’aime mieux… un grand nom qui paraît qu’un vieux nom qui s’éteint » (poeta anónimo)


Tratar de identificar a Cide Hamete Benengeli ha ocupado a más de un cervantista, pero la verdad es que hasta la fecha no se ha logrado una identificación definitiva del supuesto autor árabe del manuscrito (en árabe) de Don Quijote de La Mancha. Por consiguiente, no se ha explicado de manera convincente la opción de Cervantes por el elemento árabe para su novela y su autoría, sin olvidar los numerosos episodios "árabes" en el Quijote. Se han barajado varias hipótesis de trabajo examinando posibles fuentes del nombre del supuesto autor. Para algunos, Benengeli es "Benelayli", o "hijo del ciervo", contenido en el nombre "Cervantes". Para otros, significa "Aberenjenado", que procede de una deformación de "Berenjena", apodo corriente (?!) de los toledanos, según Sancho Panza ("he oído decir que los moros son amigos de berenjenas" P. II, Cap. 2). Otras lecturas han sugerido que significa o "hijo de la Biblia"), "hijo del ángel" o "hijo del valioso". Sin embargo, no cabe duda de que la duda permanece, a pesar del tiempo transcurrido y de los esfuerzos dedicados al tema.

Nuestra intención aquí es participar en esa labor de identificación de Benengeli, tomando en consideración no sólo el nombre en sí, sino el contexto histórico que vio aparecer el Quijote. Empezaremos nuestra andanza con un nombre: Ahmad ben Qásim Al-Hayari al-Andalusi, más conocido entre los estudiosos del tema morisco como Afuqqay al-Hayari. Nacido en tierras de Granada, huyó de España a Marruecos (o Berbería) buscando libertad, poniéndose al servicio del Sultán, que le nombró traductor oficial, y luego embajador ambulante. Fue asimismo protector de numerosos andalusíes huidos al Norte de África y defensor de otros huidos a Turquía. Mantuvo vivas polémicas teológicas con exponentes de la cristiandad y el judaísmo, y, además de redactar sus propias memorias, llego a escribir/ traducir alguna(s) obra(s) de ingeniería militar.

 Al parecer, Afuqqay Al-Hayari era conocido en su época granadina con el apodo cristiano de Bejarano. Retengamos el apodo Bejarano, teniendo presente, uno, que desconocemos el porqué le fue puesto, y, dos, que la Primera parte del Quijote fue dedicada al Duque de Béjar, a pesar de ser éste hombre poco letrado y nada interesado en Cervantes y lo suyo. ¿No era tal vez para evocar a Bejarano? De todos modos, para tener a nuestro personaje lo más cerca posible, tanto de nosotros como de su ambiente granadino, vamos a llamarle por su nombre de pila, Hamete, anteponiéndole, eso sí, el apelativo Cide, que indica cortesía, o formalidad. Cide Hamete Bejarano es pues su nombre completo. Cide Hamete tenía una instrucción en el Islam que le permitía recitar el Corán y manejar libros en árabe. Naturalmente, tenía que hacerlo en secreto, aplicando, como muchos otros moriscos, la licencia islámica de Taqiyya, para no tener problemas con la Inquisición. No obstante, Cide Hamete seria llamado a participar en la traducción de los enigmáticos Libros Plúmbeos, porque aparentemente tenía, además de una educación, una conducta cristiana suficiente como para ganarse la confianza del arzobispo de Granada Pedro de Vaca Castro.

Los datos más antiguos disponibles sobre nuestro personaje datan de 1590, año en que le encontramos en Granada. En este episodio biográfico, Cide Hamete Bejarano es llamado por el arzobispo de Granada para hacer la versión árabe de un pergamino descubierto en la Torre Turpiana en 1588. Los datos esenciales a retener: nuestro Ahmad, Hamete para los hispanohablantes, era morisco, granadino y traductor; mientras que el pergamino era un documento apócrifo que precedería una serie de documentos conocida con el nombre de Libros Plúmbeos.

Sumariamente, diremos que en 1588, "aparecieron" entre los escombros del antiguo minarete de la mezquita mayor nazarí, conocido también como Torre Vieja o Turpiana y ubicado a poca distancia de las tumbas de los Reyes Católicos, que unos obreros moriscos estaban derrumbando, una caja de plomo con varios objetos y un pergamino escrito en árabe, castellano y latín que daba las primeras noticias concretas acerca de San Cecilio, patrono de la ciudad. El evento causa verdadera conmoción religiosa en Granada, y su repercusión se extendió a toda España, y el Rey lo recibe como mensaje divino. Tras este ensayo general, y el éxito obtenido, « aparecieron » entre 1595 y 1598 veintidós libros plúmbeos.

Tras los "hallazgos", había que traducir al castellano los textos en árabe, y comprobar su originalidad para certificar la veracidad de su historia, o su falsedad. Los traductores de los Libros Plúmbeos que se citan normalmente son Alonso del Castillo (médico morisco e intérprete de Felipe II), Miguel de Luna (médico morisco y traductor de árabe para Felipe II, y autor de La verdadera historia del rey Rodrigo…), el licenciado Luis Fajardo (catedrático de árabe en la Universidad de Salamanca), y Francisco López Tamarid (racionero mayor de la Catedral). Pero hay un quinto traductor que no mencionan las fuentes españolas; personaje curiosísimo que guarda, a nuestro modo de ver, muchos secretos sobre la concepción del Quijote. Se trata nada más y nada menos que de Cide Hamete Bejarano, el cual afirma en sus Memorias (Nássir al-Din…) que adquirió un cierto renombre entre los granadinos, porque había sabido interpretar los pergaminos mejor que los demás traductores.

Leyendo el contexto histórico de los Libros Plúmbeos, descodificando los elementos relativos a su "aparición" y "apariencia", podemos concluir que se trataba esencialmente de una obra, pseudo-anónima, escrita principalmente en lengua árabe que pretende narrar una historia verdadera. Hoy sabemos, como señala M. García-Arenal, que los Libros Plúmbeos "presentan una clara intención de apoderarse de la historia para influenciar la opinión pública española en general y la monarquía en particular, en favor de la comunidad morisca dotándola de un origen antiguo, cristiano, sagrado y al tiempo defendiendo su principal seña de identidad, la lengua ]árabe, lengua del Corán" (AL-QANTARA, p. 323). En otras palabras, hasta en el caso de deber extirpar el Islam, el árabe debía ser considerado una lengua que podía convivir armoniosamente con la fe cristiana (Van Koningsveld & Wiegers, AL-QANTARA, p. 350).

Los autores de los Libros Plúmbeos pretendían pues contar una historia verdadera en lengua árabe. El Quijote a su vez es presentado como una obra escrita originalmente en lengua árabe por un autor árabe llamado Cide Hamete Benengeli para narrar la verdadera historia de un caballero andante llamado Don Quijote de La Mancha. Lo que hace Cervantes, obsesionado por su preocupación con el linaje, es denunciar, parodiar y subvertir (en el sentido bajtiniano), empezando por la forma del discurso, la estrategia morisca, burlándose de sus mentirosos autores (moriscos), de la falsedad (en vez de veracidad) de su historia. Entendemos que ésta debió ser percibida por los responsables religiosos y los intelectuales de la época como una "historia" peligrosa, porque de ser verdadera echaba por tierra tantas doctrinas de conquistas cristianas y expulsiones de "moros" / moriscos, al considerar la lengua árabe y sus hablantes, los moriscos o "cristianos nuevos", tan "viejos" como los "cristianos viejos".

No pretendemos ser los primeros en señalar la conexión parodística entre el Quijote y (el caso de) los Libros Plúmbeos (Lathrop, Case, etc), pero sí examinar elementos nuevos que sugieren o confirman la hipótesis de una reacción antimorisca por parte de Cervantes, además de identificar a Cide Hamete Benengeli. La idea capital es que Cervantes, que seguía de cerca el asunto de los Libros Plúmbeos y sus repercusiones, tal vez se haya dejado "inspirar" por Cide Hamete Bejarano, personaje morisco, traductor, involucrado directamente en la "historia" de los Libros Plúmbeos y su traducción, además de ser concernido (en cuanto morisco) por su contenido. Estos indicios contextuales son reforzados por la semejanza fonética entre Cide Hamete Berenjena y Cide Hamete Bejarano. Al decir Berenjena por Benengeli, lo que hace Sancho es reproducir el sonido. Recordemos a este punto la regla fonética de la que se sirve Cervantes en la invención de nombres. De hecho, Bejarano no dista nada de Berenjena. Sin embargo, ello no resuelve por completo el enigma de “Benengeli”.

En realidad, una vez establecida la mencionada conexión (bejarana ?!) entre Don Quijote y la cuestión morisca a través de los Libros Plúmbeos y el quinto traductor, no ha sido muy difícil dar con el significado de "Benengeli". “Benengeli”, o “Ben-enegeli” quiere decir en árabe “hijo de bastardo”, o “hijo de sangre no limpia”. Cide Hamete Bejarano era morisco, por lo tanto “hijo de bastardo” ; lo que equivale a decir, desde la óptica de Cervantes y de su época, un “cristiano nuevo”. Hay que señalar en este contexto que dentro del antagonismo entre cristianos viejos y cristianos nuevos existía la creencia de aquellos que estos pertenecían a una "raza bastarda" que descendía de Ismael, mientras los cristianos descienden directamente de Isaac.

Esto es un avance de un trabajo mayor, en preparación, donde materias aquí apenas insinuadas tendrán un desarrollo más extenso. Se trata sintéticamente de proponer una lectura del contexto, o de la "fantasía morisca" que caracteriza la concepción del Quijote y la incertidumbre autoral del mismo. Sin embargo, ya se puede percibir, a la luz de lo expuesto más arriba, que la lectura que proponemos del nombre Cide Hamete Benengeli y de lo morisco en el Quijote puede ser más plausible, o, al menos, menos implausible que las entretenidas hasta la fecha.

Referencias Bibliográficas:
-          Al-Hayari, Ahmad Benqasem, Nássir al-din alá al-qawm al-káfirin (texto bilingüe, árabe-inglés), traducción & edición crítica de P.S. Van Koningsveld, Q. Al-Samarrai y G. Wiegers, Madrid: CSIC y AECI, 1997.
-          Case, Thomas E., “Cide Hamete Benengeli y los Libros plúmbeos del Sacromonte”, artículo proveniente de http://www.alyamiyah.com/cema
-          Castro, A., Hacia Cervantes, Madrid: Taurus, 1957.
-          Cervantes, Miguel de, Don Quijote de La Mancha (2 tomos), ed., introd. y notas de M. De Riquer, Barcelona : RBA, 1994
-          Fuentes Fernández, Francisco Javier, "Interpretación de algunos pasajes del Quijote", artículo proveniente de http://www.alyamiyah.com/
-          Lathrop, Thomas, A., “Cide Hamete Benengeli y su manuscrito”, en Cervantes: su obra y su mundo (Actas I Congreso sobre Cervantes), Dir. M.C. de Val, Madrid: EDI-6, 1981, pp. 693-7.
-          Oliver Asin, J., Conferencias y apuntes inéditos, ed. D. Oliver, Madrid: AECI, 1996.
-          VV.AA.: AL-QANTARA, (con sección monográfica II en torno a los Plomos del Sacromonte), Madrid : CSIC, Vol. XXIV, Fasc.2, 2003.
-          VV.AA., Insula, 538 (número monográfico extraordinario sobre el Quijote), Octubre 1991.

© Ismail El-Outmani 2005

Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

1 comentario:

  1. Antonio Fernández López10 de mayo de 2010, 9:57

    La erudición nunca fue mi fuerte ni me muestro especialmente interesado en ella pero vive dios que sí me ha impresionado el asunto de Cide Hamete. Quizá todo el asunto morisco estaba más dentro del mundo de su tiempo de lo que ellos mismos estaban dispuestos a reconocer. Me niego a aceptar que las cosas fueran como fueron sin que nadie soltara prenda.

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